Pintores Mexicanos

Cordero Juan

Fecha de Nacimiento(Defunción):México (?) (?-1884)

Juan Cordero
Estudió en la Academia de San Carlos y más tarde en la de San Lucas, de Roma; en esta última pintó algunas obras interesantes y de excelente ejecución. Su cuadro con los retratos de Los Escultores Pérez y Valero es interesante porque, si bien, está concebido a la manera clásica, introduce en él a tipos mexicanos, o sean los pensionados compatriotas que también estudiaban por entonces en Roma. Sus grandes composiciones, como Colón ante los Reyes Católicos y El Redentor y la Mujer Adúltera, anuncian ya la pintura mural que más adelante él cultivó.
A su retorno a México venía acompañado tanto del éxito como artista, como de una valiosa producción. Aquí disputó, sin triunfo, la dirección de la Academia a Pelegrín Clavé. Tras su regreso a México pintó los retratos del general Santa Anna y de su esposa doña Dolores Tosta. Este último es del mayor interés por su concepción y ejecución, pues la señora aparece de pie, ataviada de gala, con un espléndido traje, en el interior de uno de los salones del Palacio Nacional. El retrato tiene un ambiente imperial, según convenía a las pretensiones de Su Alteza Serenísima, como se llamaba al general Santa Anna, pero falso, aunque digno. La pintura tiene una dureza de dibujo, de colorido y de ejecución, más allá de los principios clásicos, pero tales calidades constituyen su originalidad y acusan la personalidad del artista.
Cordero revivió la pintura mural en la iglesia de Santa Teresa, donde pintó la cúpula, interesante obra arquitectónica de Lorenzo de la Hidalga. Esta obra provocó discusiones entre los críticos, pues mientras unos la ensalzaban, a otros les parecía, por lo menos, extraña. En realidad, la composición es correcta, pero la dureza del dibujo y el brillante colorido, si bien producen cierto buen efecto vista la cúpula a distancia, resultaban alejados del ideal clásico. Quizá como un mea culpa pintó después Cordero la cúpula de la iglesia de San Fernando con un colorido más suave, una composición más complicada y con mayor ambiente. No paró allí la actividad de Cordero como muralista, pues con su amistad con el doctor Gabino Barreda, maestro introductor de la filosofía positivista en México, y bajo su influencia, pintó el primer mural de tema filosófico (hoy día desaparecido), en la Escuela Nacional Preparatoria, cuya significación histórica fue mayor que su importancia artística.
Otras obras de Cordero con asuntos religiosos, como Stella Matutina, o con escenas familiares, y los retratos, tienen la inconfundible personalidad de su autor.
Fallece en la ciudad de México en 1884.

Regresar al menú principal