Pintores Mexicanos

Barragán Luis

Fecha de Nacimiento(Defunción):Guad. Jal (1902-1988)

Nacido en Guadalajara en el año 1902, transcurre su infancia en un rancho cercano a la población de Mazamitla.
Luego de terminar sus estudios de ingeniería civil y arquitectura, viaja en la década de los veinte a Europa, donde tiene la oportunidad de observar los planteamientos arquitectónicos y urbanísticos en boga. El contacto en Ferdinand Bac y su arquitectura del paisaje sera un hecho decisivo en la trayectoria posterior de Luis Barragán.
De regreso a Guadalajara construye algunas residencias, ya con la impronta de su estilo, que alía con naturalidad una concepción casi mística del espacio, con los lenguajes de la modernidad.
En busca de mejores horizontes profesionales se instala en la capital en 1936. Conoce a Chucho Reyes Ferreira, con quien establece una amistad de fructíferas consecuencias en todos los ordenes.
En 1945 desarrolla el proyecto de planificación y urbanización del Pedregal de San Angel, un hito para la época.
En 1952 y 1955, congruente con sus íntimas creencias y fiel a su ideario estético, reconstruye un convento en Tlalpan, al que añade una capilla.
Emprende en 1957 las obras del fraccionamiento Ciudad Satélite, cuyo símbolo -las cinco torres- es producto de la colaboración de tres artistas: Barragán, Mathias Goeritz y Chucho Reyes.
Ese mismo año diseña el fraccionamiento Las Arboledas, en el Estado de México. En 1964 proyecta con el arquitecto Sordo Madaleno el conjunto habitacional Lomas Verdes, modelo en su género. Lleva a cabo, asimismo, el diseño del fraccionamiento residencial Los Clubes. En 1980 se hace acreedor del premio Pritzker de Arquitectura por el conjunto de su obras.

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Sábado 18 de Agosto del 2001 l actualización: 15:20 hrs.
Símbolo del Siglo 20

Mural
Guadalajara, Jalisco.- (19/Ago./2001)Para Edmundo O'Gorman, Luis Barragán era un esteta, no un genio. A pesar de la amistad que le profesó, lo consideraba un tanto burdo y ágrafo.
Sin embargo, supo rodearse de excelentes colaboradores y, entregado a su trabajo, adquiriría sucesivos compromisos absolutos.  
La luz jugó un papel fundamental en la obra de Barragán. Foto: mexconet site

Barragán, con dichas armas y con aquel carácter, logró hacer una obra descomunal, la cual hoy, no se duda en pensar, caracteriza al Siglo 20 mexicano, pues en el gozne de dos épocas, mirando al pasado, resume la herencia de su región y el trabajo de su generación y, mirando al presente, gran parte de lo que se produce hoy en el país, aún después de su muerte, no sería inteligible sin sus aportaciones.
Nació en Guadalajara en 1902, en el seno de una familia acomodada. Es curioso, pero el mejor arquitecto mexicano del Siglo 20 no estudió arquitectura, sino en la Escuela Libre de Ingenieros de su ciudad.
Solía pasar sus vacaciones en un rancho cercano, en Mazamitla, de donde regresaba embrujado y cargando bajo el brazo gran cantidad de croquis de la arquitectura vernácula.
En 1925, viajó a Europa y conoció el libro de jardines de Ferdinand Bac, que lo sorprendió por su exotismo. Al regresar a Guadalajara, cristalizó su primera estación.
Con una serie de casas dio nuevo significado a los lenguajes de las arquitecturas colonial y rural: la restauración de la casa Robles León (1927); la casa Aguilar (1928, demolida); la casa de Gustavo Cristo (1930) y, por último, el chalet para Efraín González Luna (1931).
Volvió a Europa en 1931 y más tarde en 1935, y esta vez fue Le Corbusier su hallazgo; a partir de entonces, Marruecos será una de sus referencias más persistentes.
Entre uno y otro viajes, construyó en Guadalajara el Parque Revolución (1934), con una limpia arquitectura cúbica decó.
Al volver en 1936, se avecindó en la Ciudad de México y dio inicio a su segunda estación adhiriéndose a un elegante funcionalismo. Construyó mucho más de lo que puede imaginarse y él se publicitaba.
Para desmentir a quienes han querido reducir su obra de entonces a un mero impasse de especulador urbano, existen las siguientes obras: las casas gemelas de Avenida México 143 (1936), que al darse la "espalda" asimilan el frontal parque público en sentido inverso; la casa-taller para José Clemente Orozco (1937), verdadero crucigrama espacial, el cual posee un esquema interior que modificó la tradicional disposición de los locales; el edificio de talleres para artistas (1940, con Cetto), cuyos accesos cada medio nivel producen al interior una generosa doble altura y crean un atractivo juego en fachada.
Hacia 1945, volvió sobre sus pasos e inició su tercera estación, una predecible síntesis entre sus dos anteriores compromisos: por un lado, la arquitectura colonial y rural, y por el otro, el funcionalismo.
Octavio Paz escribió: "Su obra es moderna porque está extraordinariamente reconciliada con la tradición".
Entonces favoreció aún más el desarrollo interno de sus construcciones y el predominio de los muros sobre los ventanales; inició sus experimentos con soluciones más apropiadas a la luz del Valle de México (tragaluces, celosías y vitrales); halló cierta escala monumental: emprendió sus ensayos cromáticos; revaloró materiales y recursos de la arquitectura rural (tablones de pino, losetas de barro, piedra bola) y, todo ello, en espacios fluidos, insólitos, laberínticos, promotores de la meditación y de aspiración expansiva.
Con lo anterior hizo arquitectura, pero más allá -ha dicho Humberto Ricalde- "puso en tensión (y) subvirtió el orden lineal del tiempo implícito en las propuestas modernas".
Las obras de su tercera estación son mundialmente conocidas: Jardines del Pedregal (1945); su casa en Francisco Ramírez 14 (1947); la capilla de las Capuchinas en Tlalpan (1952); las Torres de Ciudad Satélite (1957, con Goeritz); Las Arboledas (1958); la cuadra de San Cristóbal (1967) y la casa de Gilardi (1976).
Mención aparte merece su cercanía con la "intelligenzzia" mexicana. Se mencionó ya su amistad con Edmundo O'Gorman. Pocos saben, sin embargo, que se conocieron con Leopoldo Zea, como los tres jóvenes asiduos asistentes a las conferencias del entonces recién llegado José Gaos.
En 1980, recibió la primera edición del Premio Pritzker de arquitectura. Murió en la Ciudad de México en 1988.


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