Pintores Mexicanos

Velazco José Maria

Fecha de Nacimiento(Defunción):Temazcalcingo, Edomex (1840-1912)

Nació en Tematzcalcingo, Estado de México. En 1868 ingresó a la Academia de San Carlos, donde fue discípulo de Eugenio Landesio, mostrando grandes cualidades desde un principio.

Paisajista por excelencia, comenzó con un estilo realista pero sus conocimientos científicos fueron instrumentándose en el análisis de la naturaleza. Su visión del paisaje es amplia y atmosférica, en proyección personalísimas, que hacen a sus obras inconfundibles.
Pintó el Valle de México en múltiples ocasiones, con la atmósfera transparente que le era peculiar y su dimensión gigantezca. Pintor del espacio cósmico como Atl, dejó también paisajes de ruinas, sitios atractivos y románticos, descubriendo las características del ámbito geográfico nacional para la pintura.
 
José María Velasco
--------------------------------------------------------------
Nació en Tematzcalcingo, Estado de México. En 1868 ingresó a la Academia de San Carlos, donde fue discípulo de Eugenio Landesio, mostrando grandes cualidades desde un principio.
Paisajista por excelencia, comenzó con un estilo realista pero sus conocimientos científicos fueron instrumentándose en el análisis de la naturaleza. Su visión del paisaje es amplia y atmosférica, en proyección personalísimas, que hacen a sus obras inconfundibles.

Pintó el Valle de México en múltiples ocasiones, con la atmósfera transparente que le era peculiar y su dimensión gigantezca. Pintor del espacio cósmico como Atl, dejó también paisajes de ruinas, sitios atractivos y románticos, descubriendo las características del ámbito geográfico nacional para la pintura.
 


José María Velasco (1840-1912)
Paisajista mexicano que desarrolló el costumbrismo en el siglo XIX. Nació en Temascalcingo (estado de México) y a la muerte de su padre se trasladó a la ciudadde México donde temporalmente se dedicó a la artesanía. Estudió en la Academia de San Carlos. Más tarde fue profesor de perspectiva y paisaje en la misma institución. Su labor docente duró más de 40 años. Su estilo pictórico se caracteriza por la emoción y la espontaneidad. Sus paisajes retratan los ambientes naturales del valle de México, que pintó desde puntos muy diversos. Viajó por el interior de México y expuso en Filadelfia, París y Chicago. Entre sus obras destacan: Patio de una casa vieja, El valle de México y Catedral de Oaxaca. Murió en 1912. 

José María Velasco


Es tal vez, si tomamos en consideración a los críticos , el artista de mayor envergadura en el siglo.
Dotado de cualidades de excepción como dibujante y colorista, asimiló las enseñanzas del profesor de paisaje de la Academia, Eugenio Landesio, y pronto dio muestras de su personalidad. Dos años después de haber entrado en la Academia ganó una pensión, en 1860, y otros premios en los años siguientes; en 1868 era profesor de perspectiva. En sus primeras obras se advierte ya su gran capacidad como colorista y su interés por los temas románticos. Mas sus intereses se expanden y en "Un Paseo por los Alrededores de México" (1866), no sólo crea un precioso paisaje de grandes contrastes de luces y sombras en las arboledas, sino que incluye una serie de grupos de figuras bien distribuidas que representan todos los niveles sociales.
Practicó la fotografía y la litografía, por cierto tiempo, y estudió botánica. Se instaló en el norte de la ciudad de México, en la Villa de Guadalupe, y desde entonces su pintura empezó a adquirir monumentalidad y una serena grandeza. Pintó arboledas y rocas, cascadas y lejanías, y desde los cerros que se encuentran al norte de la Villa descubrió la belleza del Valle de México y sus magníficos volcanes que se ven a distancia. Por fín, en 1875, terminó y exhibió su gran panorama de El Valle de México, que causó sensación y que hizo llorar de alegría a Eugenio Landesio, quien dijo:
"Nada mejor se puede hacer después de esto" . . .
Y José Martí escribió:
"detengámonos y admiremos este notabilísimo paisaje... El Valle de México es la belleza grandiosa; imponente como ella es el hermoso paisaje de Velasco".
En efecto, las proporciones del cuadro, los elementos abruptos de los primeros términos, los cerros; los planos y el lago en los segundos; y en los últimos, la serranía y los volcanes; todo bajo un espléndido fondo en el que hacen curvas tendidas unas nubes. Con esos elementos compuso Velasco el seductor paisaje, objetivo, verdadero y poético, que desde entonces incorporó a la geografía artística "El Valle de México", gracias a la magia de su pincel.
Pero el artista superó la obra anterior dos años más tarde, cuando pintó la que puede considerarse su obra maestra y que sencillamente tituló: México (1877). Una vez más se trata del Valle de México, mas ahora visto a mayor distancia, desde los cerros del norte. No sólo es un paisaje; también se trata de una alegoría que incluye los elementos simbólicos y legendarios de la fundación de Tenochtitlan, que han venido a ser el emblema de México. En los primeros planos está el nopal y en pleno vuelo el águila que lleva su presa en el pico. Más allá se encuentra el Cerro Gordo y la Villa de Guadalupe, y en los términos más lejanos de la ciudad de México, el lago de Texcoco, la serranía del Ajusco y los volcanes, el Popocatépetl y el lztaccíhuatl; el celaje viene a ocupar menos de la mitad del cuadro y en su límpido azul se arremolina un cúmulo de nubes. Es un paisaje grandioso, monumental, bien concebido y meditado, compuesto con extrema sabiduría; el ojo experto descubrirá todo lo que en él es arte y que produce el efecto de una gran naturalidad, siendo en verdad una auténtica visión poética.
No fue sino hasta 1881 cuando pinta otro gran cuadro: Puente de Metlac, en el que la monumentalidad de la agreste naturaleza se enriquece con la vista del puente y del ferrocarril que constituían la novedad, el progreso moderno; a la izquierda, un grupo de plantas de la región, pintadas con objetividad de botánico y con maestría de artista, multiplican los intereses que abarca la obra.
En cuadros de menores proporciones trató temas de arquitectura colonial, como en Catedral de Oaxaca, y vistas de sitios históricos. Velasco se trasladó a Europa en 1889 para asistir a la Exposición Universal de París, donde fueron expuestas sus obras, que obtuvieron un gran éxito, la crítica mencionó la "impresionante transparencia del aire y luminosidad de las atmósferas en sus obras" y el artista recibió la condecoración de Caballero de la Legión de Honor. En aquel tiempo ya el impresionismo había hecho su ruidosa aparición y Velasco debió darse cuenta de los nuevos rumbos que llevaba la pintura; sin embargo, a su regreso a México, volvió a su Valle de México, ahora visto desde otro ángulo y ejecutado con su expresión personal. Algún cambio se advierte en otra obra de importancia, Hacienda de Chimalpa (1893), pues allí simplifica las formas, que se tornan más modernas, y dominan los tonos fríos, los grises plata. En 1893 fue a Chicago para exhibir sus obras en la Feria Mundial y recibió un premio como antes había obtenido otro en Filadelfia. De este tiempo es un magnífico Autorretrato (1894), a lápiz. En los años siguientes pintó diversos temas: El Citlaltépetl (1897), obra magnífica que viene a ser como una versión más moderna y simplificada del Puente de Metlac; en la Vista de Querétaro (1902) el pintor se colocó en el Cerro de las Campanas, no casualmente, para contemplar desde lejos la histórica ciudad. Distintos y excepcionales en su obra son los grandes cuadros para el Instituto Geológico, con temas de la Evolución de la Vida Marina y la Evolución de la Vida Continental, que en parte son decorativos, por su composición, y que hoy día nos parecen f antásticos. En los últimos veinte años de la vida de Velasco se repite el tema del Valle de México; no menos de nueve obras, todas excepcionales, nos dan variados puntos de vista del valle, de más cerca, de más lejos, con diferentes primeros términos y siempre con los volcanes en lontananza. Dos años antes de morir pintó un pequeño cuadro, El Arbol Caído, que en cierto modo resultaba simbólico y autobiográfico. En relación con los grandes paisajistas franceses del siglo XIX, Corot, Rousseau y otros, exceptuando a los impresionistas, la obra de Velasco se mantiene a parejo nivel y aún resulta más novedosa, pues introdujo no sólo un modo muy personal de ver el paisaje sino toda la serie de temas nuevos, entre los que destaca la monumental naturaleza americana. Velasco fue un objetivista, un naturalista, de acuerdo con el concepto del arte de su tiempo, pero fue un artista que supo tratar todo con grandeza. La pintura de paisaje era una de las novedades del siglo y a ella se atuvo, pero introdujo sutilmente los temas de historia y pudo abarcar desde nuestro pasado indígena y el colonial, hasta el progreso moderno. Su obra es muy variada, pues Velasco no fue un pintor sedentario; la gracia, la finura, su buen sentido colorístico y su capacidad para la composición, la hacen uno de los mayores aciertos en el campo del arte del siglo romántico. Aun para nosotros tiene otra cualidad y es que Velasco supo expresar a México, su historia, sin recurrir a los idealismos que en la pintura de figuras falseaban nuestra realidad. Por la pintura de paisaje pudo ser moderno y original.

Regresar al menú principal