¡Ay...! ¡Ay...! ¡Ay...!
L. y M. de Osmán Pérez Freyre
Asómate a la ventana ay, ay, ay,
paloma del alma mía.
que ya la aurora temprana,
nos viene a anunciar el día,
que ya la aurora temprana, ay, ay, ay,
nos viene a anunciar el día.
Si alguna vez en tu pecho, ay, ay, ay,
mi cariño no lo abrigas,
engáñalo como a un niño,
pero nunca se lo digas,
engáñalo como a un niño, ay, ay, ay,
pero nunca se lo digas.
El amor mío se muere, ay, ay, ay,
y se muere de frío,
porque tu pecho de piedra
tú no quieres darle abrigo,
porque tu pecho de piedra, ay, ay, ay,
tú no quieres darle abrigo, ay, ay, ay.