Cronología del Cine Mexicano

González Peña Carlos

Fecha de Nacimiento(Defunción):Lagos de Moreno Jal. (1885.1955)

Nombre: González Peña Carlos
Disciplina: Letras
Lugar y Fecha de Nacimiento: Lagos de Moreno, Jal. (1885-1955)

Sinópsis Biográfica: CARLOS GONZALEZ PEÑA (1855-1955)LetrasNacido en Lagos de Moreno, Jalisco el 7 de Julio de 1855. Pocos saben quién fue en realidad el jalisciense Carlos González Peña, uno de los intelectuales y escritores jaliscienses más notables, quizá conocido únicamente como autor de la popular y muy reeditada Historia de la literatura mexicana, de los orígenes a nuestros días (Porrúa, Col. Sepan Cuántos, 44). Pero González Peña no cuenta sólo como autor de excelentes textos para la enseñanza de la gramática y literatura española y las letras de México, fue mucho más que eso: miembro fundador del Ateneo de la Juventud, generación integrada también, bajo la égida del dominicano Pedro Henríquez Ureña, por Alfonso Reyes, Antonio Caso, Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos, Julio Torri, Enrique González Martínez, Mariano de Silva y Aceves, y otros prominentes jóvenes intelectuales y escritores. Este grupo tuvo gran influencia en nuestra historia y en la de la Revolución, y que contribuyó en el terreno filosófico y literario a combatir doctrinas de la era porfiriana, en particular el positivismo, al mismo tiempo que enriquecía la cultura y difundía ideas e ideales de la misma Revolución. González Peña nunca tomó las armas para participar en la lucha, combatió únicamente con la palabra. Fue socio de número de la Academia Mexicana de la Lengua correspondiente de la Española. Ameritado periodista, magnífico ensayista, historiador y crítico literario, escribió además las cuatro novelas, De noche (1905), La Chiquilla (1907), La musa bohemia (1908) y La fuga de la quimera, las cuales lo colocan entre los más distinguidos novelistas mexicanos e hispanoamericanos de su tiempo. En 1905 se estrenó su pieza de teatro El huerto, publicada con el título de Comedia de ensueño, en El Mundo Ilustrado (año XVI, t. I, núm./México, D.F., 7 de feb. De 1909) cuyo fracaso -debido a errores de la puesta en escena- fue determinante para que abandonara el género teatral. La fama ha sido injusta con González Peña, no obstante sus grandes méritos pues muy pocas veces se le cita entre los miembros del Ateneo de la Juventud o en el lugar que se merece como gran novelista y como muy destacado investigador y crítico de nuestras letras.Antes de tratar brevemente sobre dichos géneros de su producción, conozcamos un poco de su biografía. Nació en la ciudad de Lagos de Moreno, Jalisco -cuna de numerosos escritores ilustres- el 7 de julio de 1885. Sus padres fueron Carlos J. González y Elvira de la Peña. Hizo los estudios primarios en Lagos, los secundarios en Guadalajara y después un curso comercial. Con tan escasos conocimientos iniciales, por medio de estudio autodidáctico e intensa lectura llegó a poseer una sólida y profunda ilustración que lo hace contar entre la pléyade de mexicanos más eruditos de su tiempo. El mayor de seis hermanos y huérfano de padre a temprana edad, compartió con su madre el sostenimiento de los hermanos menores. Para hacerlo más eficazmente tuvo que trasladarse a la ciudad de México en 1902, donde por breve tiempo desempeñó dos empleos modestos, uno de ellos en la Secretaría de Guerra. Otros puestos burocráticos ocupados por él en los años posteriores fueron el de jefe del Departamentos de Publicaciones del Museo Nacional y director del Departamento Editorial de la Dirección General de Bellas Artes. Pronto se relacionó con los intelectuales y hombres de letras que residían en la capital mexicana. En 1904 empezó a colaborar en La Patria, que dirigía el escritor Irineo Paz -abuelo de Octavio Paz- iniciando así su notable carrera en el periodismo, una de las que -sobre todo como crítico literario- ejercería desde entonces. Colaboró luego en El Diario, cuyo director era Juan Sánchez Azcona, y en 1909, en El Mundo Ilustrado. Fundó las revistas México (1914), Savia Moderna (1915) y El Universal Ilustrado (1917). A partir de 1916 fue redactor y editorialista de El Universal y colaborador del mismo hasta sus últimos días. Gran parte de sus crónicas y artículos se hallan firmados con el seudónimo " Maese Pedro". Hacia 1909 -como ya dijimos- formó parte del Ateneo de la Juventud desde su fundación. En 1912 empezó a impartir cursos, iniciándose así en la carrera docente, una de las que ejerció toda la vida junto con el periodismo, y que absorbería gran parte de sus múltiples actividades. Veíase la silueta alta y poderosa de González Peña -intelectual con figura de atleta y corazón de oro- en las aulas de la Escuela Nacional Preparatoria y la Escuela Superior de Comercio, donde en forma regular impartió la cátedra de Lengua y Literatura Castellanas, misma que profesó después en la Facultad de Filosofía y Letras durante muchos años. En la Escuela Superior de Comercio se dedicó con especial ahínco y generosidad a cultivar la mente y el espíritu de los modestos empleados que allí acudían por las noches para completar o mejora su preparación insuficiente; y es fama que con muchos de ellos obtuvo extraordinarios resultados de alta superación. No podríamos dejar de mencionar algunos de sus más valiosos textos pedagógicos vinculados con su carrera docente, como el Manual de gramática castellana (1921), que sigue y adapta la de Andrés Bello; la ya citada Historia de la literatura mexicana (1928), la cual, a pesar de ser un resumen, constituye la más completa y sistemática reseña de nuestras letras, desde sus primeras manifestaciones en lengua española, hasta la época contemporánea; El florilegio de cuentos (1944), el Curso de Literatura y El jardín de las letras (1944).Invitado por el presidente Wilson a visitar los Estados Unidos junto con otros personajes, Carlos González Peña pasó seis semanas en ese país, recogiendo sus impresiones de viaje que publicaría en el libro La vida tumultuosa (1920). En 1947 fue el primer escritor que recibió el Premio Nacional de Literatura, llamado entonces -por su fundador- Premio Manuel Avila Camacho. Desde 1921 fue socio correspondiente de la Academia Mexicana Correspondiente de la Española y socio de número desde 1931 hasta su muerte.La vida de González Peña no fue fácil. Durante muchos y largos años, desde su temprana juventud hasta la edad madura, laboró intensa e incansablemente no sólo para ganar de manera honrada su propia subsistencia y la de los suyos y proporcionar un vivir decoroso y una educación completa a sus hermanos, y después a sus hijos. Fue esposo y padre ejemplar, jefe de un hogar modelo, ya que se había casado en 1916 con Enriqueta Parrodi, dama bondadosa, inteligente y culta. Aunque en 1919 apareció su cuarta y última novela, su pluma no permaneció ociosa, ya que además de los libros didácticos ya mencionados, publicó así mismo, numerosos y ameritados volúmenes de ensayo y crítica literaria; en varios de estos últimos recoge algunos de sus incontables juicios literarios, en su mayoría, por desgracia aún sin rescatar; porque González Peña fue un erudito y acucioso historiador y crítico de nuestra literatura, ecuánime y acertado desde sus inicios en el género, como lo prueban sus crónicas y reseñas que aparecen en publicaciones periódicas desde los albores del siglo XX, cuando sólo era un jovencito. Son invaluables sus juicios sobre Rafael Delgado, José Joaquín Gamboa, Vicente Riva Palacio y otros autores y obras y muy en particular sobre Federico Gamboa. Lúcidos en inteligentes, por lo general aportan enfoques nuevos y datos inéditos o no advertidos antes por los especialistas.Su existencia -recta trayectoria de un existir respetable y sereno-, consagrada al trabajo, a la docencia y a la investigación, no ofrece aventuras ni lances extraordinarios que interesen de una manera particular, y parece que no escribió sus memorias ni se han consignado ningunas, por lo cual sus biógrafos proporcionan muy someros datos al respecto. El 10 de agosto de 1955 falleció en la ciudad de México, donde había residido desde los albores del siglo XX. Tanto a su vida como a su obra podrían aplicárseles las palabras que él mismo escribiera sobre don Federico Gamboa: "Su mundo novelesco nímbase, hacia las postrimerías, con los resplandores de la fe".
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Fuente: EL INFORMADOR , Martes 19 de Junio de 2001 Autor: María Guadalupe García Barragán


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